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馃尶 De Venezuela a Villa Mar铆a: la historia de Ruth y su nave hacia el prop贸sito 馃尶

馃尶 De Venezuela a Villa Mar铆a: la historia de Ruth y su nave hacia el prop贸sito 馃尶

Hay momentos en la vida en los que un simple clic cambia todo. Para Ruth Picos, ese clic ocurrió allá por 2011, cuando en un rincón de Facebook se cruzaron dos destinos: el suyo y el de Agustín, un argentino de corazón generoso y mirada curiosa. Fue así como, con la valentía de quien se atreve a amar y soñar, Ruth dejó atrás su Venezuela natal para aterrizar en un país desconocido, con apenas tres maletas y dos hijos que, como ella, llevaban en la mirada un brillo de esperanza y un miedo sordo a lo incierto.

A veces los grandes viajes no empiezan con un boleto de avión, sino con una promesa silenciosa. La suya fue clara: "Seré la jefa de mi vida, haré algo que me haga feliz".

Un comienzo con lágrimas y propósito

La noche que subió al avión rumbo a Argentina, Ruth lloró todo lo que había que llorar. Cada lágrima era un recordatorio de lo que dejaba atrás y también de todo lo que estaba por construir. Aún no sabía que ese viaje sería el primer paso hacia una empresa que hoy alimenta a cientos de familias con productos reales, sin aditivos y cargados de propósito.

Encontrar en el dolor una semilla de futuro

Los primeros meses en Villa María fueron un choque cultural y alimenticio. Venía de un país asolado por la escasez, donde “comer de todo” era un lujo, y de pronto se vio rodeada de supermercados llenos de productos desconocidos. Fue allí donde su cuerpo empezó a rebelarse. Las alergias, la inflamación, la sensación de no pertenecer ni siquiera a la comida que la rodeaba. Cuando los médicos confirmaron que era alérgica a conservantes y colorantes, Ruth sintió que se le venía el mundo abajo.

Pero a veces la desesperación se convierte en brújula. Cansada de corticoides y restricciones, empezó a elaborar todo desde cero. Lo que primero fue una necesidad se transformó en pasión: cocinar sin químicos, con ingredientes reales. Invitó a sus amigos a probar sus yogures y mermeladas caseras y pronto descubrió algo que la sorprendió: no era la única. Muchos vivían con las mismas alergias y la misma frustración. 

Y así, casi sin planearlo, comenzó a gestar su emprendimiento.

Un garaje que se volvió taller y refugio

Había algo entrañable en ese pequeño garaje que habilitaron como cocina. Entre papeles, permisos y cursos de capacitación, Ruth encontró un propósito. “Me establecí un horario, un uniforme, un cronograma y me sentía plena”, recuerda. Allí, rodeada de envases de vidrio y etiquetas hechas a mano, fue comprendiendo que emprender no es solo producir: es sanar, compartir, abrir la puerta de la propia historia para que otros entren y se sientan comprendidos.

cuadro

La fuerza del amor y un Excel que lo ordena todo

Si Ruth es corazón y acción, Agustín es razón y números. Juntos forman un equipo tan coordinado como complementario. Ella sueña y él calcula; ella se lanza y él anota pros y contras en su hoja de Excel. Entre discusiones y acuerdos, aprendieron a respetar ese equilibrio. Porque, como dice Ruth, “él baja a tierra mis sueños y los hace posibles”.

Así, poco a poco, lo que empezó como una producción doméstica se convirtió en Frulatti, una empresa que hoy tiene su planta de elaboración en el parque industrial. “Les llaman naves industriales; yo la llamo mi nave al éxito”, dice con una sonrisa que se adivina al otro lado del teléfono.

Una nave llena de recuerdos y gratitud

La primera vez que abrió la puerta de la planta, el corazón se le desbordó. Todo estaba blanco, listo para empezar de nuevo. 

En su escritorio, Ruth colocó un cuadro con la foto del garaje. Es su recordatorio constante de que ningún comienzo es pequeño y que todo esfuerzo vale la pena. Cuando el cansancio aparece, se planta frente a esa imagen y se repite: “Allí estabas, hoy estás aquí. Todo es ganancia. Disfrútalo.”

Porque emprender, insiste, no es un destino, sino un camino que se recorre con humildad y gratitud.

El sueño de llegar a cada hogar

Hoy, sus yogures y mermeladas están en muchas mesas de Villa María, Córdoba capital y otras ciudades. Cada vez que recibe un mensaje de algún cliente que se emociona al probar un sabor nuevo o que agradece haber encontrado un alimento que no le haga daño, Ruth siente que todo cobró sentido. 

“Mi sueño es estar en cada hogar argentino. Antes era solo una visión; ahora empieza a ser realidad.”

Una familia que creció con el emprendimiento

Mientras Ruth y Agustín trabajaban, sus hijos aprendieron el valor del esfuerzo. No fue fácil. Hubo días de ausencias, noches sin dormir, madrugadas en las que salían juntos a encender equipos cuando el resto del mundo seguía soñando. “Mi familia es mi pilar, mi ejército de salvación”, dice. Su madre, su hermana, sus hijos… todos colaboran, reparten pedidos, explican los productos. Porque el sueño de Ruth es, en realidad, el sueño de todos.

Mirar atrás sin arrepentimientos

Si pudiera regresar a esa noche de 2017, cuando embarcó con miedo y esperanza, Ruth se diría a sí misma que no tema. Que Argentina la abrazaría. Su historia sería testimonio de lo que puede nacer cuando una mujer decide no conformarse. Que ningún yogur sería perfecto al principio, pero que el público le enseñaría cómo mejorar. Y que cada paso la acercaría a su misión: demostrar que la alimentación puede ser sencilla, saludable y hecha con conciencia.

El mensaje que deja a otras mujeres

Ruth quiere que su historia inspire a quienes hoy están empezando con incertidumbre. Que sepan que ningún comienzo es pequeño, que todo se aprende en el camino, que los sueños crecen cuando se riegan con constancia. “Tu límite está en ti”, afirma. Y basta escucharla para creer que es verdad.

Así, entre un garaje convertido en taller, madrugadas de producción y el abrazo de una familia unida, esta historia nos recuerda que no hace falta tener todo resuelto para empezar. Solo hace falta animarse.

馃挍 “Atrévete a comenzar, aunque el miedo te acompañe. Porque cuando un propósito nace del corazón, ningún obstáculo es demasiado grande y ningún sueño es imposible.” 馃挍

 

Y vos, ¿qué sueño estás postergando?

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